lunes, 15 de agosto de 2011

EL JARDÍN DE LAS TRES CULTURAS, ÁRABE, JUDÍA Y CRISTIANA, EN EL PARQUE DE JUAN CARLOS I, DE MARID.

Plano Jardín Tres Culturas
En la Revista Ilustración de Madrid, en su número 18, se habla de las “Tres Culturas”. La guinda del Parque Juan Carlos I lo constituye el Jardín de las Tres Culturas, diseñado por Myriam Silber Brodsky. Evoca la convivencia en España de las culturas cristiana, islámica y judía, a lo largo de muchos años de nuestra historia.

Es un lugar situado dentro del Anillo y en su cuadrante Noreste. Espacio de recorrido y reposo, de contemplación y descubrimiento, de perfumes y sonidos de agua, íntimos conciertos al aire libre, de oasis y de desierto…

Lo componen tres recintos de forma cuadrangular, como símbolo de lo terrenal, conservando cada uno las señas de identidad de la cultura que representa. El punto central del conjunto lo constituye el Paraíso. El jardín cristiano es el Claustro de las Cantigas; el árabe, la Estancia de las Delicias y el judío, el Vergel de Granados.

La localización del Parque de Juan Carlos I se encuentra en la Glorieta S.A.R. Don Juan de Borbón y Battemberg número 1, 28042 de Madrid. El Parque Juan Carlos I, se encuentra al noroeste de Madrid, en el distrito de Barajas, con una superficie aproximada de 160 hectáreas, ubicado entre la Avenida de Logroño y las carreteras M-40, M-11 y M-12. Al norte limita con un campo de golf municipal, de unas 60 hectáreas y al sureste con el Parque de la Alameda de Osuna, “El Capricho”. El Parque está encuadrado dentro del complejo del Campo de las Naciones, donde se encuentran las instalaciones de la Feria de Madrid, Palacio de Congresos, Oficinas y hoteles.
Entrada Jardín Tres Culturas

El Parque se crea en 1992 con motivo de Madrid Capital Cultural Europea, sobre el centenario Olivar de la Hinojosa. Las obras de construcción comenzaron en el año 1989 sobre unos terrenos que constituían un espacio baldío en progresiva degradación. Es un Parque Arquitectónico moderno que simboliza una ciudad creciendo alrededor de un río, más bien una ría, y delimitado por una muralla simbólica, el anillo, dentro del cual existen elementos singulares como el “Jardín de las Tres Culturas”, la “Estufa Fría”, el “Laberinto” y “Zonas Estanciales”, existiendo hitos para dar una visión global del parque, tanto dentro como fuera del anillo. El Parque es, además, un museo al aire libre, compuesto por más de 19 grupos escultóricos de diferentes artistas de reconocido prestigio.

EL JARDÍN DE LAS TRES CULTURAS:
La convivencia de las tres culturas, cristiana, islámica y judía, a lo largo de nuestra historia y hasta el siglo XV, contribuyó al común patrimonio de la cultura española, enriquecida por el trasvase de ideas desde Oriente a Occidente, de Al-Andalus a la España cristiana, y de aquí al resto de Europa.
Entrada Jardín Tres Culturas
El Jardín de las Tres Culturas representa la herencia de España. Intenta revalorizar y recuperar el aporte cultural y la creatividad surgidos del encuentro de tres culturas que compartieron el mismo suelo durante un largo período de nuestro pasado, y está situado dentro del anillo que constituye el Parque Juan Carlos I, ocupando el cuadrante NE del mismo. Limita al Norte y al Este con la Ría y al Sur con el Olivar.
EL PARAÍSO: ÁRBOL DE LA VIDA
El recorrido principal se inicia en la pequeña plaza circular que sirve de acceso y que arranca del olivar y que tiene como elemento dominante una estructura de madera de hito, y sobre el monolito se encuentran tres textos de poetas medievales españoles referidos al jardín del Paraíso: Fray Luis de León, poeta cristiano, Slomo Ibn Gabirol, judío, y Al Maqqari, musulmán.

“El aire el Huerto orea
y ofrece mil olores al sentido:
los árboles menea con remanso ruido
que del oro y del cetro pone olvido”
(De Fray Luis de León en ”La vida retirada”)

“No existe el jardín del paraíso
sino en vuestras moradas (…..)
no penséis que mañana entraréis en el fuego eterno:
no se entra en el infierno tras vivir en el paraíso.”
(De Al Maqqari)

“¿No ves amigo, que es el cielo como el arriete
del jardín,
las estrellas como lirios
y la luna
como el pilón de la fuente?”
(De Shlomo Ibn Gabirol)
Plantó luego Dios un jardín en Edén, al oriente, y allí puso al hombre que había formado. Hizo brotar en él de la tierra toda clase de árboles hermosos a la vista y sabrosos al paladar. Y en medio del jardín, el árbol de la vida y el árbol del conocimiento del bien y del mal. Salía de Edén un río que se partía en cuatro brazos (...) Tomó pues al hombre y lo puso en el jardín del Edén para que lo cultivase y lo guardase... (Génesis, II: 8-16)
Información Jardín Tres Culturas
En el centro se encuentra el Árbol de la Vida. Esta escultura de hormigón, hojas de acero y madera, constituye la puerta hacia cada uno de los tres jardines. Como los cuatro ríos del Edén bíblico o del Paraíso coránico, por debajo de la plataforma brotan cuatro acequias. Vierten sus aguas en otra acequia circular que sirve de límite al Paraíso, y que se fragmenta siguiendo la línea del borde del camino, formando una lámina de agua a un nivel inferior. Vegetación variada y exuberante de palmeras refuerzan el concepto de oasis común a las tres culturas nacidas en regiones desérticas donde este paraíso no se da con facilidad.

Accedemos al jardín desde el camino en diagonal procedente de los recintos feriales, llegando a una plazoleta circular que no marca el inicio de la senda. Tres cipreses junto con las inscripciones más arriba indicadas nos simbolizan la presencia de las tres culturas. A través de una rampa-puente llegamos a un punto central común: El Paraíso (del hebreo pardes o quizás del babilónico paradeiza, lugar cultivado, cercado). Consta de una superficie de planta en forma circular como paradigma de perfección y es el elemento de acceso a los diferentes recintos.

En ella se ubica el gran portal de acceso que es El Árbol de la Vida”, una gran escultura de hormigón, acero y madera nos remite al Génesis bíblico mediante una inscripción. Se describe el Jardín del Edén (del hebreo gan eden) o punto máximo de interrelación entre hombre y naturaleza. En ella se rinde culto al árbol como símbolo de unión entre lo terrenal, lo tangible, y la divinidad.

De aquí parten cuatro acequias (representación de ríos históricos como el Tigris y el Eúfrates) que vierten sus aguas –símbolo de la vida- sobre otra acequia en forma circular, marcando el límite de lo que simboliza el Paraíso respecto al árido desierto exterior. Todo ello con gran profusión de palmeras y vegetación, reforzando la idea de oasis o refugio de vida. Finalmente, descienden tres sinuosos caminos que llevan a los distintos jardines árabe, cristiano y judío.

EL JARDIN ARABE:
Planta estancia Delicias



Jardín Delicias
  "Pero los fieles servidores de Dios recibirán ciertos dones preciosos, frutos deliciosos y serán honrados en los jardines de delicias, descansando en sus asientos y mirándose cara a cara se harán circular en torno la copa llena de agua límpida, verdaderas delicias para los que beban..." (Corán, XXXVII, 39)
Jardín Delicias Palomar
"¡Qué bello el surtidor que apedrea el cielo con estrellas errantes, que saltan como ágiles acróbatas! De él se deslizan a borbotones sierpes de agua que corren hacia la taza como amedrentadas víboras" (Ben Raia de Sevilla. Siglo XIII)
Jardín Delicias Pabellón
El paraíso para el musulmán es, sin dudas, el jardín, es el anticipo del paraíso prometido y proclamado en el Corán, jardín lleno de plantas frondosas, frutas dulces y flores olorosas y, como todo oasis, agua, mucha agua.
Jardín Delicias Naranjos
El jardín es como el plano de un tapiz oriental, la geometría expresa un orden: diferentes niveles para estancias rehundidas o elevadas, todo ello conformado por muros de ladrillo de distintas alturas. La estrella de ocho puntas en el centro de la composición. La vida, el color y el perfume de las plantaciones de naranjos, rosas, jazmines y lilos, cipreses y árboles del amor reproducen aquel lugar clave que significó el jardín para el Islam.

EL JARDIN CRISTIANO:
Planta Claustro Cantigas
"Rosa de las rosas y flor de flores. Dueña de las dueñas, Señora de las Señoras. Rosa de beldad y de parecer y flor de alegría y de placer, Dueña muy piadosa ser, Señora en quitar cuitas y dolores. Rosa de las rosas y flor de flores." (Alfonso X El Sabio. Cantigas de Santa María, 10)
"Y la canción del agua es una cosa eterna" (Federico García Lorca)
Jardín Cristiano
Jardín Cristiano Plaza Central
Las condiciones de la Edad Media eran poco propicias para la jardinería, no había espacio para ello en los recintos amurallados de los castillos roqueros y en las torres de defensa que existían en las regiones fronterizas. Las características básicas del jardín medieval, cristiano, pueden resumirse en una planta cuadrangular, un cerramiento y un sentido utilitario de las plantaciones; debía salvaguardarse de todo mal, el claustro es el microcosmos del paraíso. Lo normal es que el centro del jardín lo ocupe un elemento emblemático y funcional.
Entrada Jardín Cristiano y la Campana
Recibe el nombre de “Claustro de las Cantigas” porque está estrechamente ligado a la música, como lo estaba el Rey Alfonso X el Sabio, gran admirador de la cultura oriental, protector de eruditos musulmanes y judíos, cultivado en los estilos musicales de su tiempo y creador de las famosas “Cantigas de Santa María”.
En un tono austero todo el jardín se organiza en forma de cruz, con una columnata perimetral y un paseo rodeado de un banco corrido, junto con un elemento importante: la campana. En el centro se levanta un templete y la vegetación consiste en setos de lavandas, romeros y laureles, manzanos en el centro de los cuadrantes y fresnos haciendo el efecto de duplicar la columnata, sin olvidar las rosas en los bordes del camino, a quien Alfonso X el Sabio dedicó unos bellos versos.

EL JARDIN JUDIO:
Planta Jardín Judío Delicias
"Eres jardín cercado, fuente sellada. Es tu jardín un vergel de granados y frutales los más exquisitos; de alheñas y de nardos; de nardos y azafrán, de canela y cinamomo... Eres fuente que mana a borbotones, fuente de aguas vivas, que descienden del Líbano" (El Cantar de los Cantares, Canto Cuarto, 12-15)
"Llevóme otra vez a la entrada del templo y he aquí que debajo del templo brotaba agua…" (Ezequiel XLVII: 1)
Jardín Judío el Palmeral
Si bien contamos con pocos testimonios reales, ruinas, de la existencia de jardines en los tiempos bíblicos, la palabra jardín “Gan” en idioma hebreo, denota la existencia de un lugar diferenciado. Lo que ciertamente no deja lugar a duda, a través de la lectura del texto bíblico es la importancia que tenía la vida agrícola, sustento de la familia israelita, de tal manera que todo el culto está basado en los ciclos agrícolas.

Jardín Judío las Murallas
 Se desconoce exactamente cómo y de dónde se introdujo esta palabra, gan eden, Jardín del Edén; la palabra pardes indica los cuatro niveles de interpretación de las Escrituras, así P-R-D-S vendría a significar:
·        P de Peshat (simplicidad), es la interpretación literal del texto, tal como aparece en su primera lectura.
·        R de Rmez (alusión), es la interpretación alegórica, que busca, al lado del sentido literal, otro más elevado.
·        D de Dras (discurso, comentario), es la interpretación filosófica.
·        S de Sod (secreto), es la más profunda y mística, la cabalística, que procura descubrir el sentido oculto del texto revelado.
Jardín Judío la Ribera
Ya hemos comentado que la palabra pardes guarda estrechas similitudes con la persa paradeiza.
El Jardín Judío recibe el nombre de “El Vergel de Granados” y sobre el cuadrado original se encuentra superpuesta la trama de la ciudad ideal, de la que nos habla el profeta Ezequiel en su imagen mesiánica, imagen ideal inspiradora del jardín, su vegetación, sus pavimentos, sus arenas de colores…., unido a los restos de muralla, restos auténticos antiguos, conforman un precioso decorado de este jardín. Estos restos con de piedra traída desde Jerusalén, especialmente  donada para este proyecto. La piedra tiene un especial significado para el pueblo judío, ya que las ruinas de piedra son el único resto del templo de Jerusalén, y es lugar de convocatoria de todos los judíos del mundo.
Jardín Judío la Fuente de David
La trama ortogonal de la “ciudad” es rota por el dibujo del escudo de David en el pavimento, que contiene una fuente por la que cae el agua en forma de caracol. La “ría” así originada, regará toda la “ciudad”, desplazará sus murallas, y formará un estanque, respetando la situación de los olivos que quedan como isletas en medio de la ría.
Jardín Judío la Ría
Las especies plantadas están todas extraídas de la Biblia, aunque en algunos se ha reemplazado por especies homólogas, ya que los originales no se dan en el clima de Madrid. Son granados y cipreses, setos de mirto, plantas de ribera, cinamomo, almendros, higuera y otras más.
Agradezco al fotógrafo Antonio Sanz por sus fotos:
  • Planta Vergel de los Granados Israelita
  • Planta Estancia Delicias Árabe
  • Jardín Judío los Granados
  • Planta Claustro Cantigas Cristiano
Y a la creadora del Jardín de las Tres Culturas Myriam Silber Brodsky por la incorporación a su libro del:
  • Plano del Jardín de las Tres Culturas






RELATO CORTO PUBLICADO EN LA REVISTA DIGITAL ALASTRAMUNDOS

Autor: Antonio José Cerdán Ruimonte
Av. Cantabria 40 4º B 28042 Madrid


“TURAYYA”


Corre el año 1480, reina en Granada el emir nazarí Abu’l-Hassan Alí, mientras que allende la frontera, reina en Castilla la hermana del fallecido Enrique IV Trastámara, Isabel la católica.

Es primavera, estación mágica en la exuberante vega granadina. Son las doce horas de la mañana y en el bello patio de los Arrayanes, en el espléndido Palacio de la Alhambra, existe una recoleto estanque rodeado de fuentes cantarinas, desde cuyos chorros se proyectan en todas las direcciones enjambres de gotas argentinas que impregnan a todo el jardín circundante de un frescor inenarrable, sólo percibido por los sentidos y que dejan una agradable sensación de humedad.

En la intimidad que ofrece ese quedo lugar, se hallan dos hermosas mujeres. La mayor, tomando su diario baño matutino; la menor, descansando delicadamente en el borde de mármol del estanque, mirando distraída las evoluciones de la mayor en la límpida agua perfumada por unos delicados nenúfares.


Pendón de Castilla de Felipe el Hermoso 1498

La joven, la princesa nazarí Hayne, sobrina del emir Abu’l-Hassan Alí, recrea en su memoria la interesante historia de amor de la mayor, su tía Turayya, llamada también despectivamente “la rumiyya”. Sí, a su querida y amada tía Turayya le han puesto tal sobrenombre con desprecio los familiares y valedores de la primera mujer del emir nazarí, uno de los sultanes granadinos más guerreros, por haber sido cristiana antes que musulmana.

Hayne mira embelesada a su tía Turayya, pero por su cabeza sigue rondando la historia de la vida de la cautiva Isabel de Solís, hija del noble castellano Sancho Jiménez de Solís, y de la que se enamoró su captor. Fue tan grande el amor que le profesó el gran emir Abu’l-Hassan a su bella cautiva cristiana, que Isabel de Solís no tuvo otra opción que corresponderle profesando la fe islámica y tomando el nombre que eligió para ella su amante sultán: Turayya.


Patio de Arrayanes Alhambra Granada, foto de John Elk III

De este gran amor y pasión que se profesaron el nazarí y la castellana, Turayya le dio dos vástagos, Saad y Nasr. Desde entonces Abu’l-Hassan repudió a la primera mujer, Aisha “la Horra”, la Fátima de las crónicas castellanas, que le había dado sus dos hijos mayores, a los que también repudió, Boabdil, que más tarde sería llamado el rey chico, y Yusuf, a quienes recluyó en la Torre Comares, la impresionante ciudadela cuadrada al noroeste del Palacio de la Alhambra, frente al Generalife granadino.

Turayya sale de su baño con ademanes delicados y se da cuenta de que su sobrina predilecta, a quien ella llama “su niña”, tiene el pensamiento a una gran distancia de allí.

-       ¡Mi tierna niña! ¿Por quien penáis?
-       ¡Hay de mí, querida tía! Mi pequeño corazón ama a un guapo caballero rumí. Hayne se abrazó sollozante al húmedo, pero cálido, cuerpo de Turayya, su tía la sultana.
-       ¿A un guerrero rumí decís, mi tierna niña? ¡Pronto, contádmelo todo!
-       ¡En el otoño pasado, acompañando a una partida de jinetes nazaríes -yo andaba en secreto y como un guerrero más- que iban a realizar una algarada allende la frontera, nos descubrió una numerosa patrulla del Adelantado mayor de la fortaleza de Alcalá la Real! En un momento de la trifulca me encontré cara a cara con aquél caballero rumí. ¡Ay!
-       ¡Ese suspiro me ha llegado al alma, querida Hayne!
-       ¡Adorada tía, aquel caballero iba destocado y a cara descubierta! ¡Su melena al aire, el gesto sereno y el porte como el de mi señor el sultán! De dos mandobles con su espada me desmontó y caí de espaldas y de esa guisa quedé totalmente aturdida….., por como se clavaron aquellos varoniles ojos en los míos, cuando descubrió que no era él sino ella. A continuación…...me desmayé!
-       ¡Mi delicada niña, eso es el amor, cuando llega lo hace sin pedir la venia! Decidme ¿habéis vuelto a ver a vuestro amado rumí?
-       ¡Para mi desgracia lo vi una sola vez, oculta entre el séquito del Alfaqueque y Secretario personal de vuestro esposo, mi tío el sultán, en la negociación de la última tregua! ¡Qué guapo y apuesto se encontraba luciendo sus propios colores nobiliarios a cuadros sable y oro –negro y amarillo-¡ Yo estaba con la cara cubierta. ¡Mi corazón quería partir hacia donde se encontraba el objeto de mi amor y colmarle de caricias, besos, palabras tiernas y apasionadas, y…., declararme suya!
-       ¡Mi tierna niña, nada es imposible! ¿Acaso os habéis olvidado de mi propia historia?
-       ¡Ah! Adorada tía. ¡Mi amor por don Diego, al que sus huestes llaman “el Bravo”, es tan inmenso como el desierto!
-       ¡Pues sólo voy a daros un consejo, querida niña! ¿Acaso pueden ponerse puertas al desierto? ¡Id y amadle con la pasión que ponemos las mujeres nazaríes!

Dicho esto, Turayya besó delicadamente la aterciopelada frente de su querida sobrina Hayne, su niña, cuyas mejillas se arrebolaron irremediablemente.



FIN

ANECDOTAS DE LA HISTORIA REAL DEL REYNO NAZARÍ EN GRANADA:

Jardín Arrayanes Alhambra Granada, foto de Rutas y Rincones
Cuentan una anécdota sobre las excentricidades que el emir Abu’l-Hassan Ali, que ahondó aún más las diferencias de este príncipe guerrero con sus ya tradicionales enemigos los valerosos abencerrajes: una preciosa mañana el emir reunió a su séquito en el patio de los Arrayanes, llamado así por la cantidad de mirtos, arrayanes, de hojas verdes y flores blancas muy olorosas, plantados a ambos lados del estanque, en el Palacio de la Alhambra, para que asistieran al baño matutino de su querida nueva esposa Turayya, la rumiyya, Doña Isabel de Solís cuando era cristiana.


Una vez acabado el baño, el emir invitó a cada uno de los presentes a beber un tazón pequeño del agua de la que acababa de salir su querida Turayya y todos quedaron extasiados del maravilloso gusto que había adquirido el líquido. Todos no, solo el visir Abu’l-Kasem Venegas, del linaje abencerraje de los Bannigas, permaneció inmutable en su sitio.


-       Mi gran visir. ¡Cómo osáis rechazar probar este maravilloso líquido impregnado del aroma de mi amada Turayya? Inquirió molesto el emir.


-       ¡Príncipe de los Creyentes, temo que al probar la salsa me apetezca probar la perdiz! Contestó el ingenioso abencerraje.

Astuto este gran visir de Abu’l Hassan Ali, llamado Abul’l-Kasem Venegas, del linaje abencerraje de los Bannigas.

Gracias por vuestra atención amigos.

2 comentarios:

  1. Prometo visitar este interesante parque en mi próxima visita a Madrid,no tenía ni idea de que existieran estos jardines.
    Gracias por la información,Antonio.
    Un abrazo desde Lobón(Badajoz) Extremadura

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  2. Encarna, con sumo gusto te lo enseñaré yo mismo si me avisas con tiempo. Yo camino por esos lugares a diario, soy diabético MII, y invierto dos horas diarias. A mí me parece precioso, mejorable, pero un Parque muy amable. Un abrazo.

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