sábado, 20 de agosto de 2011

LAS LÁGRIMAS DEL REY BOABDIL.


LAS LÁGRIMAS DEL REY BOABDIL.
Retrato del Rey Boabdil

LOS ROMANCES DE FRONTERA.
Portada Romancero Español

En el romance de frontera “Abenámar” se puede leer cómo el Rey Don Juan de Castilla le lanzaba requiebros amorosos a la Ciudad de Granada y ésta, ya conquistada por el moro Abenámar, así le contestaba:




Romance de Abenámar

“Si tú quisieses, Granada,
contigo me casaría;
daréte en arras y dote
a Córdoba y a Sevilla.

Casada soy, rey don Juan,
casada soy, que no viuda;
el moro que a mí me tiene,
muy grande bien me quería.”






Del romance de Abenámar, de Cuartobelmundo
En otros romances de frontera se observa una estrecha relación del juglar con familias nobles comprometidas con la guerra de Granada, así los antañones apellidos castellanos viejos de los Lara, los Gustioz y los González, ceden el paso a los Fernández y a los Díaz, más humildes como simples jefes de escuderos; y los de Almanzor, por parte musulmana, por los modestos Venegas, Reduán y Audalla. Así hasta un innominado rey de Granada, cuyo beneficiario será el Rey Chiquito, Boabdil, de triste historia engrandecida por la leyenda.

Y en el romance del “Asalto de Baeza” también se recogen los amores de los moros por las doncellas cristianas castellanas, así se puede leer:




“Moricos, los mis moricos,
los que ganáis mi soldada,

Escudo de Baeza, Jaén
derribédesme a Baeza,
esa villa torreada,
y a los viejos y a los niños
los traed en cabalgada,
y a los mozos y varones
los meted todos a espada,
y a ese viejo Pero Díaz
prendédmelo por la barba,
y aquesa linda Leonor
será la mi enamorada.
id vos, capitán Vanegas,
porque venga más honrada,
que si vos sois mandadero,
será cierta la jornada.”








El auge de estos cantos épicos de frontera se iniciará a partir de la toma de Antequera, por el infante don Fernando, en 1410, y culminará con la conquista de Granada, en 1492.

Como es natural, muchos textos se han perdido, pero se conservan una variada muestra de ellos, que induce a pensar en el profundo arraigo que estos romances de frontera tuvieron entre las gentes que poblaban la frontera, a veces tan difuminada, de moros y cristianos.


El Romancero Español, anónimo
LAS LÁGRIMAS DERRAMADAS POR BOABDIL.


Es menester, llegado este momento, dedicar unas palabras para tratar de desmitificar el maltrato que la historia y los romances de frontera dieron al último rey nazarí Muley Abu Abdillah Muhammad, Boabdil, el Rey Chico, haciéndole aparecer ante todos como un rey triste, cobarde, débil, de poco carácter, falto de decisiones, en fin, un personaje empequeñecido, y que, contrariamente a los usos de aquellos días, se solía engrandecer para mayor gloria de los vencedores.

Pendón Nazarí de Granada
Así, del romance de frontera “Granada ha sido perdida”, que narra la rendición de Granada y el exilio del Rey Chico a la Alpujarra, surge una leyenda tradicional, titulada “Suspiro del Moro”, que se populariza en seguida en los ambientes cristianos. Una de las versiones más antiguas se la debemos a fray Antonio de Guevara, que Menéndez Pelayo estima por el 1526, y que, en unas “Epístolas familiares para Garci Sánchez de la Vega”, describe la partida de Boabdil de Granada.

En dicha epístola de fray Antonio de Guevara, aparece una descripción de la congoja del depuesto emir Boabdil con las terribles palabras finales de su madre, ante el desmayo de aquel: “¡Justa cosa es que el Rey y los caballeros lloren como mujeres, pues no pelearon como caballeros!”.

Azulejo nazarí La Alhambra
Es muy probable que la Carta de fray Antonio de Guevara y la tradición popular granadina constituyan la fuente de inspiración del “Romance del Rey Chico que perdió Granada”, descubierto en los años cuarenta del siglo XX, en la Biblioteca de la Universidad de Cracovia, en Polonia. En él se cuenta esencialmente la partida del Rey Chico hacia la Alpujarra, un lunes a mediodía del 1492, acompañado de su madre y de sus mejores caballeros:



Retrato de Boabdil, de Alpujarras.net
El año de cuatrocientos- que noventa y dos corría,
el rey Chico de Granada – perdió el reino que tenía,
Salióse de la ciudad – un lunes a mediodía,
cercado de caballeros – la flor de la morería.
Su madre lleva consigo – que la tiene compañía.
Por ese Genil abajo – que el rey Chico se salía,
los estribos se han mojado – que eran de gran valía.
Por mostrar más su dolor – que en el corazón tenía,
y aquesa áspera Alpujarra – era su jornada y vía;
desde una cuesta muy alta – Granada se parecía;
volvió a mirar a Granada, - desta manera decía:
“¡Oh Granada la famosa, - mi consuleo y alegría!
¡oh mi alto Albaicín – y mi rica Alcaicería!,
¡oh mi Alhambra y Akijares – y mezquita de valía!,
¡mis baños, huertas y ríos, - donde holgar me solía!;
¿quién os ha de mí apartado – que jamás yo os vería?
Ahora de estoy mirando – desde lejos, ciudad mía;
más presto no te veré, - pues ya de ti me partía.
¡Oh rueda de la fortuna, - loco es quien en ti fía,
que ayer era rey famoso – y hoy no tengo cosa mía!”
Siempre el triste corazón – lloraba su cobardía,
y estas palabras diciendo – de desmayo se caía.
Iba su madre delante – con otra caballería;
viendo la gente parada, - la reina se detenía,
y la causa preguntaba – porque ella no lo sabía.
Respondióle un moro viejo – con honesta cortesía:
“Tu hijo mira Granada – y la pena le afligía”.
Respondido había la madre, - desta manera decía:
“Bien es que como mujer – llore con grande agonía
el que como caballero – su estado no defendía”.

Cuentos de la Alhambra, de Washintong Irving
Esta última frase parece más bien salida del orgullo de princesa, o sultana, destronada, que de la ternura de una madre doliente por las desgracias de su hijo.

El gran patriarca de la literatura americana, Washington Irving (1783-1859) que, como bien se sabe, vivió en la Alhambra de Granada mientras escribió su deliciosa obra “Cuentos de la Alhambra”, tampoco dejó bien parado a Boabdil, en donde, a pesar de todo, recoge el sobrenombre que le dieron sus súbditos cariñosamente, “el Zogoibi”, es decir, el “Desgraciado”.

La Alhambra, dibujo a color
Narra, en los cuentos “Boabdil el Chico” y “Recuerdos de Boabdil”, como éste hombre de maneras delicadas, durante su infancia fue reducido a prisión por su padre, el emir Muley Hacén, en la impresionante fortaleza prisión de la Torre de Comares, en la Alhambra, e, incluso, amenazado de muerte por su propio padre. Narra cómo pudo escapar; las penalidades que pasó por la hostilidad que le demostró su tío, el emir El Zagal de Málaga. Por las guerras de invasiones y luchas  interiores fraticidas. Narra cómo él fue el enemigo, el prisionero, el amigo y casi la víctima del rey Don Fernando de Castilla, hasta que se vio sometido y destronado por el astuto monarca católico. Narra cómo fue desterrado de su país natal, su acogida por uno de los príncipes africanos, y cómo murió discretamente en el campo de batalla, peleando por la causa de un extranjero.

Como veis, sus desgracias no cesaron con su muerte. Si Boabdil abrigaba el deseo de dejar un nombre honroso en las páginas de la Historia, ¡cuán cruelmente fueron defraudadas sus esperanzas!

Retrato de Boabdil, derrotado
Si vais a Granada y visitáis la Alhambra, en la Galería de cuadros del Palacio del Generalife está colgado su retrato.

Situaros delante del mismo y observarle fijamente, mirándole a los ojos. Veréis un hombre de semblante dulce, hermoso y algo melancólico, de color sonrosado y de cabellos rubios. Evidentemente no era un rey cruel ni sanguinario, pero tampoco inconstante y veleidoso como la historia nos ha hecho llegar a nuestros días.

Dibujo Torre Comares, de Belén López Jiménez
Hoy día, autores e historiadores modernos (por ejemplo Magdalena Lasala y Fidel Fernández), han dado un giro a la interpretación de las lágrimas derramadas por Boabdil, debidas, según sus investigaciones, a dos sucesos fundamentales: la pérdida de la Alhambra, con la decisión del Rey Chico de firmar una capitulación con sus católicas majestades, y evitar una más que segura destrucción si hubiese continuado la guerra, y la irreparable pérdida de su bien amada esposa Moraima, que murió al partir hacia su exilio en la Alpujarra.

La Alhambra nocturna, foto de Transauto
Albaycín, Granada
Cerámica de Albaycín Granada
En cuanto a la rendición y entrega de Granada, y para comprender las supuestas lágrimas que derramó Boabdil, no hay más que pasearse por la Alhambra y situarse en el año 1492, observar el patio de los Arrayanes, en el harén del sultán o en la sala de los Abencerrajes; ¡es el corazón mismo del paraíso en la Tierra!, y eso es la Alhambra para Boabdil. No fue, pues, un cobarde; fue su manera de salvar este paraíso terrenal, que de haber seguido asediado, el rey Fernando el Católico hubiera reducido a cenizas.

Jarrón azul nazarí
En ese momento, Al-Andalus, el territorio español musulmán, era la fusión de Oriente y Occidente, lo que hacía único y milagroso a este territorio y su cultura innovadora, mestiza y heredera del Oriente más profundo. Por esto, Boabdil, que fue un valiente y sabía a que renunciaba, pues para preservar el paraíso había de entregarlo. Puede parecer débil, blando y un cobarde, pero tuvo una fuerza interna capaz de tomar esa decisión. Fue culto, reflexivo y observador, características raras en muchos de sus antecesores.

Su gran tragedia, fue íntima y personal: tras entregar las llaves y los planos de la Alhambra a sus católicas majestades, el 2 de enero de 1492, se refugió en la Alpujarra, según lo pactado, con su inmenso séquito. Trató de reconstruir su vida con sus hijos, secuestrados muchos años por los cristianos, y junto a su esposa Moraima, que falleció pronto de parto.

Bandera de Al Mutasim, de Almería, año 1051
Después de este nuevo fracaso familiar, se marchó al reino de Fez, acogido por la aristocracia local, en donde buscó la muerte en las batallas, hasta que, en una de ellas, murió a los 69 años; cayó de su caballo en el fragor del combate y quedó enganchado a la cincha. El animal siguió cabalgando, hasta que caballo y jinete se perdieron en el mar, donde presumiblemente murieron ambos ahogados.

Las Alpujarras Granada
En cuanto al segundo derramamiento, lógico, de lágrimas fue la desgraciada existencia con su amada esposa Moraima.

Valle de Lecrín, foto Ruta Caballo Palmali
Casco del Rey Boabdil
Boabdil caballería mora, fresco de Juan de Borgoña
Moraima, hija de Alí al-Attar un general famoso y vendedor de especias, que atiene dedicado un Romance de Frontera (el “Romance del moro Alatar”) Alcalde de Loja, Señor de Xagra, y primer mayordomo de la Alhambra, se casó a los quince años con Boabdil, heredero del trono alhamar, a finales de 1479, en el palacio del Albayzín. El día de la boda vestía saya y chal de paño negro y una toca blanca que casi le ocultaba el rostro. ¡Lástima –dijo un cronista de la época- porque sus facciones son muy lindas y seductoras! Un poeta musulmán aseguró que Moraima tenía unos ojos grandes y expresivos en un rostro admirable y conjeturó que “a través de las tupidas ropas adivinábanse unos hombros, unos brazos, unas caderas y un talle de clásicos y opulentos contornos”.

Quiero recordaros, queridas amigas, que al hombre andalusí le gustaban las mujeres bien entradas en carnes y los poetas hispanomusulmanes recogieron en sus obras este ideal estético. Excuso deciros que del otro lado de la frontera, del cristiano, también observaban el mismo ideal estético, como no podía ser de otra manera.

Corán manuscrito Al-Andalus, año 1143
Sin embargo, pocas mujeres ha habido tan desgraciadas como ella. A los pocos días de la boda, su suegro Muley Hacén, encarcela a su hijo Boabdil y separa brutalmente a la jovencísima y enamorada esposa, -cabe recordar que tenía quince años-, confinándola en un carmen próximo a la “Cuesta del Chapiz”.

Después de la batalla de Lucena, en la que muere su padre Alí al-Attar, el Aliatar de las crónicas castellanas, y es hecho prisionero su esposo Boabdil, Moraima con su hijo Ahmed, de poco más de un año, se retira nuevamente al carmen donde sobrelleva, con sus diecisiete años, los largos meses del cautiverio de su esposo en Porcuna.

Wallada, princesa omeya, siglo XI
Más adelante, los castellanos liberan a Boabdil tras la firma de un pacto en el que, entre otras condiciones, ha de entregar como rehén a su primogénito Ahmed, que acababa de cumplir dos años. ¡No le será devuelto a su madre hasta la entrega de Granada, cuando tiene nueve años! Ya no conoce el árabe, es cristiano y atiende por el mote de “Infantito” que le impuso Isabel la Católica. Moraima se recogerá, dos veces más, en el carmen del Albayzín. ¡Una esposa y madre admirables!

Desde este carmen en el Albayzín, llamado el Mirador de la Esperanza, Moraima contempla largamente y con gran nostalgia los palacios de la Alhambra, en los que apenas fue Reina.

Batalla de moros y cristianos
Después marcharon hacia el feudo que les habían cedido los Reyes Católicos en el Reino de Granada, en las Alpujarras, y que se componía de las tahas de Berja, Dalías, Boloduy y Andarax (hoy Laujar de Andarax), en la actual provincia de Almería, y Marchena, Juviles, Láchar y Ugíjar, en la actual provincia de Granada.

Entre febrero de 1492 y agosto de 1493, las tierras almerienses de Andarax, Berja y Dalías fueron testigos mudos del, quizá, único año de felicidad de Boabdil y su esposa tras conseguir que los Reyes Católicos les devolvieran a sus añorados hijos.

Durante este año de felicidad, gustaba a Boabdil leer poesía a su amada Moraima, armonizada con algún instrumento musical. Decía así uno de los poemas:

Azulejo granadino nazarí
Grita mi nombre cuando muera.
El llanto aquí no cabe:
Todavía la boca no me sabe a ceniza.

Inmóvil, esta luz
se rezaga sobre el jardín.
Cansada y no marchita
retorna a las constelaciones de las que descendía.

Sobre nosotros caerá lo oscuro en vano,
porque el sol, al acecho en su cubil,
maquina la venganza.

Desterrados del mediodía,
La oquedad pronto de la tarde
nos sorberá como el jugo a una toronja.
Xauén, fundada por los nazaritas en Marruecos
Astros desorbitados nos vigilan.
De par en par abiertos estamos a la noche;
el insomnio es nuestro único armamento,
y, alrededor del agua, la planicie perfuma.

Descuelga el lubricán desde la nieve
su fatigado verde y amarillo…..
¿Quién cerrará estos ojos, esta boca, esta carne?
Nadie se librará del postrer día, ni del luto.
La luz se aleja, pero
la vida y tú permaneceréis.

Cuando muera la luz, grita mi nombre.
Mi nombre y tú ya estáis
a salvo en el jardín:
Fuera del tiempo, su maleficio no os perturbará.

Aquí vivieron hasta que los monarcas castellanos decidieron expulsarlos de España, lo que sucedió al finalizar el verano de 1493. Por lo que decidieron marchar en el mes de octubre hacia el puerto de Adra camino del norte de África, al reino de Fez.

Conquista de Iznájar
por los cristianos
en el siglo XV
La única persona que hubiera podido hacerle soportable a Boabdil la pena del destierro, su querida Moraima, falleció de parto dos días antes de la partida, dejando a su querido sultán en la más inmensa soledad y tristeza, en compañía de sus dos hijos Yusuf y Ahmed.

Moraima fue enterrada, en primer lugar, en Laujar de Andarax y, cuando salió Boabdil con toda su comitiva camino de Fez (actualmente Marruecos) con los restos de su mujer, hicieron una parada en Mondújar para sepultarla junto a los restos de algunos reyes nazaritas, en algún lugar hoy día desconocido.

En torno a estos sucesos hay ciertas historias y dichos populares que dicen que en el lugar de enterramiento de Moraima y de los reyes nazaritas, existe un gran tesoro escondido. Muchas de ellas están recogidas en los “Cuentos de la Alhambra” de Washington Irving.

Mondújar, Lecrín, Granada
Según el catedrático Antonio Malpica, Boabdil eligió el pueblo de Mondújar, en el Valle de Lecrín, y que en 1490 tenía censados unos 10.000 habitantes, porque su madre, Aisha la Horra, tenía propiedades en esta alquería.

Mondújar, paisajes
Mondújar, señal turística
En el paso entre Granada y su costa se encuentra situado el “Valle de Lecrín”, verdadero remanso de paz y tranquilidad, cubierto de naranjos y olivos. En sus noches uno se envuelve en el olor a jazmín y azahar, llevándole al país de las mil y una noches. Aquí Boabdil lloró por la muerte de su amada esposa Moraima, pero en su interior rebosaría de orgullo y júbilo, pues descansaría  en un paraíso de vistas inigualables y de arroyos de agua cristalina que con su murmullo y salpiqueteo rompían el silencio del entorno, junto con el suave cantar de jilgueros y ruiseñores. Hoy día aún se pueden sentir estas sensaciones.

Por lo tanto, las últimas lágrimas derramadas por Boabdil fueron sobre una tumba, en un pequeño pueblo granadino llamado Mondújar. En esta tierra dejó el Rey Chico para los restos a la persona que amó tanto como a su Granada, su esposa Moraima, la mujer que se mantuvo fiel a su lado, que le amó, que le dio dos hijos y que sufrió en silencio, tanto como él, su vida y reinado desdichado.

Muchas gracias por leerme, queridas amigas y amigos, y espero haberos emocionado.

Antonio José Cerdán Ruimonte

lunes, 15 de agosto de 2011

EL JARDÍN DE LAS TRES CULTURAS, ÁRABE, JUDÍA Y CRISTIANA, EN EL PARQUE DE JUAN CARLOS I, DE MARID.

Plano Jardín Tres Culturas
En la Revista Ilustración de Madrid, en su número 18, se habla de las “Tres Culturas”. La guinda del Parque Juan Carlos I lo constituye el Jardín de las Tres Culturas, diseñado por Myriam Silber Brodsky. Evoca la convivencia en España de las culturas cristiana, islámica y judía, a lo largo de muchos años de nuestra historia.

Es un lugar situado dentro del Anillo y en su cuadrante Noreste. Espacio de recorrido y reposo, de contemplación y descubrimiento, de perfumes y sonidos de agua, íntimos conciertos al aire libre, de oasis y de desierto…

Lo componen tres recintos de forma cuadrangular, como símbolo de lo terrenal, conservando cada uno las señas de identidad de la cultura que representa. El punto central del conjunto lo constituye el Paraíso. El jardín cristiano es el Claustro de las Cantigas; el árabe, la Estancia de las Delicias y el judío, el Vergel de Granados.

La localización del Parque de Juan Carlos I se encuentra en la Glorieta S.A.R. Don Juan de Borbón y Battemberg número 1, 28042 de Madrid. El Parque Juan Carlos I, se encuentra al noroeste de Madrid, en el distrito de Barajas, con una superficie aproximada de 160 hectáreas, ubicado entre la Avenida de Logroño y las carreteras M-40, M-11 y M-12. Al norte limita con un campo de golf municipal, de unas 60 hectáreas y al sureste con el Parque de la Alameda de Osuna, “El Capricho”. El Parque está encuadrado dentro del complejo del Campo de las Naciones, donde se encuentran las instalaciones de la Feria de Madrid, Palacio de Congresos, Oficinas y hoteles.
Entrada Jardín Tres Culturas

El Parque se crea en 1992 con motivo de Madrid Capital Cultural Europea, sobre el centenario Olivar de la Hinojosa. Las obras de construcción comenzaron en el año 1989 sobre unos terrenos que constituían un espacio baldío en progresiva degradación. Es un Parque Arquitectónico moderno que simboliza una ciudad creciendo alrededor de un río, más bien una ría, y delimitado por una muralla simbólica, el anillo, dentro del cual existen elementos singulares como el “Jardín de las Tres Culturas”, la “Estufa Fría”, el “Laberinto” y “Zonas Estanciales”, existiendo hitos para dar una visión global del parque, tanto dentro como fuera del anillo. El Parque es, además, un museo al aire libre, compuesto por más de 19 grupos escultóricos de diferentes artistas de reconocido prestigio.

EL JARDÍN DE LAS TRES CULTURAS:
La convivencia de las tres culturas, cristiana, islámica y judía, a lo largo de nuestra historia y hasta el siglo XV, contribuyó al común patrimonio de la cultura española, enriquecida por el trasvase de ideas desde Oriente a Occidente, de Al-Andalus a la España cristiana, y de aquí al resto de Europa.
Entrada Jardín Tres Culturas
El Jardín de las Tres Culturas representa la herencia de España. Intenta revalorizar y recuperar el aporte cultural y la creatividad surgidos del encuentro de tres culturas que compartieron el mismo suelo durante un largo período de nuestro pasado, y está situado dentro del anillo que constituye el Parque Juan Carlos I, ocupando el cuadrante NE del mismo. Limita al Norte y al Este con la Ría y al Sur con el Olivar.
EL PARAÍSO: ÁRBOL DE LA VIDA
El recorrido principal se inicia en la pequeña plaza circular que sirve de acceso y que arranca del olivar y que tiene como elemento dominante una estructura de madera de hito, y sobre el monolito se encuentran tres textos de poetas medievales españoles referidos al jardín del Paraíso: Fray Luis de León, poeta cristiano, Slomo Ibn Gabirol, judío, y Al Maqqari, musulmán.

“El aire el Huerto orea
y ofrece mil olores al sentido:
los árboles menea con remanso ruido
que del oro y del cetro pone olvido”
(De Fray Luis de León en ”La vida retirada”)

“No existe el jardín del paraíso
sino en vuestras moradas (…..)
no penséis que mañana entraréis en el fuego eterno:
no se entra en el infierno tras vivir en el paraíso.”
(De Al Maqqari)

“¿No ves amigo, que es el cielo como el arriete
del jardín,
las estrellas como lirios
y la luna
como el pilón de la fuente?”
(De Shlomo Ibn Gabirol)
Plantó luego Dios un jardín en Edén, al oriente, y allí puso al hombre que había formado. Hizo brotar en él de la tierra toda clase de árboles hermosos a la vista y sabrosos al paladar. Y en medio del jardín, el árbol de la vida y el árbol del conocimiento del bien y del mal. Salía de Edén un río que se partía en cuatro brazos (...) Tomó pues al hombre y lo puso en el jardín del Edén para que lo cultivase y lo guardase... (Génesis, II: 8-16)
Información Jardín Tres Culturas
En el centro se encuentra el Árbol de la Vida. Esta escultura de hormigón, hojas de acero y madera, constituye la puerta hacia cada uno de los tres jardines. Como los cuatro ríos del Edén bíblico o del Paraíso coránico, por debajo de la plataforma brotan cuatro acequias. Vierten sus aguas en otra acequia circular que sirve de límite al Paraíso, y que se fragmenta siguiendo la línea del borde del camino, formando una lámina de agua a un nivel inferior. Vegetación variada y exuberante de palmeras refuerzan el concepto de oasis común a las tres culturas nacidas en regiones desérticas donde este paraíso no se da con facilidad.

Accedemos al jardín desde el camino en diagonal procedente de los recintos feriales, llegando a una plazoleta circular que no marca el inicio de la senda. Tres cipreses junto con las inscripciones más arriba indicadas nos simbolizan la presencia de las tres culturas. A través de una rampa-puente llegamos a un punto central común: El Paraíso (del hebreo pardes o quizás del babilónico paradeiza, lugar cultivado, cercado). Consta de una superficie de planta en forma circular como paradigma de perfección y es el elemento de acceso a los diferentes recintos.

En ella se ubica el gran portal de acceso que es El Árbol de la Vida”, una gran escultura de hormigón, acero y madera nos remite al Génesis bíblico mediante una inscripción. Se describe el Jardín del Edén (del hebreo gan eden) o punto máximo de interrelación entre hombre y naturaleza. En ella se rinde culto al árbol como símbolo de unión entre lo terrenal, lo tangible, y la divinidad.

De aquí parten cuatro acequias (representación de ríos históricos como el Tigris y el Eúfrates) que vierten sus aguas –símbolo de la vida- sobre otra acequia en forma circular, marcando el límite de lo que simboliza el Paraíso respecto al árido desierto exterior. Todo ello con gran profusión de palmeras y vegetación, reforzando la idea de oasis o refugio de vida. Finalmente, descienden tres sinuosos caminos que llevan a los distintos jardines árabe, cristiano y judío.

EL JARDIN ARABE:
Planta estancia Delicias



Jardín Delicias
  "Pero los fieles servidores de Dios recibirán ciertos dones preciosos, frutos deliciosos y serán honrados en los jardines de delicias, descansando en sus asientos y mirándose cara a cara se harán circular en torno la copa llena de agua límpida, verdaderas delicias para los que beban..." (Corán, XXXVII, 39)
Jardín Delicias Palomar
"¡Qué bello el surtidor que apedrea el cielo con estrellas errantes, que saltan como ágiles acróbatas! De él se deslizan a borbotones sierpes de agua que corren hacia la taza como amedrentadas víboras" (Ben Raia de Sevilla. Siglo XIII)
Jardín Delicias Pabellón
El paraíso para el musulmán es, sin dudas, el jardín, es el anticipo del paraíso prometido y proclamado en el Corán, jardín lleno de plantas frondosas, frutas dulces y flores olorosas y, como todo oasis, agua, mucha agua.
Jardín Delicias Naranjos
El jardín es como el plano de un tapiz oriental, la geometría expresa un orden: diferentes niveles para estancias rehundidas o elevadas, todo ello conformado por muros de ladrillo de distintas alturas. La estrella de ocho puntas en el centro de la composición. La vida, el color y el perfume de las plantaciones de naranjos, rosas, jazmines y lilos, cipreses y árboles del amor reproducen aquel lugar clave que significó el jardín para el Islam.

EL JARDIN CRISTIANO:
Planta Claustro Cantigas
"Rosa de las rosas y flor de flores. Dueña de las dueñas, Señora de las Señoras. Rosa de beldad y de parecer y flor de alegría y de placer, Dueña muy piadosa ser, Señora en quitar cuitas y dolores. Rosa de las rosas y flor de flores." (Alfonso X El Sabio. Cantigas de Santa María, 10)
"Y la canción del agua es una cosa eterna" (Federico García Lorca)
Jardín Cristiano
Jardín Cristiano Plaza Central
Las condiciones de la Edad Media eran poco propicias para la jardinería, no había espacio para ello en los recintos amurallados de los castillos roqueros y en las torres de defensa que existían en las regiones fronterizas. Las características básicas del jardín medieval, cristiano, pueden resumirse en una planta cuadrangular, un cerramiento y un sentido utilitario de las plantaciones; debía salvaguardarse de todo mal, el claustro es el microcosmos del paraíso. Lo normal es que el centro del jardín lo ocupe un elemento emblemático y funcional.
Entrada Jardín Cristiano y la Campana
Recibe el nombre de “Claustro de las Cantigas” porque está estrechamente ligado a la música, como lo estaba el Rey Alfonso X el Sabio, gran admirador de la cultura oriental, protector de eruditos musulmanes y judíos, cultivado en los estilos musicales de su tiempo y creador de las famosas “Cantigas de Santa María”.
En un tono austero todo el jardín se organiza en forma de cruz, con una columnata perimetral y un paseo rodeado de un banco corrido, junto con un elemento importante: la campana. En el centro se levanta un templete y la vegetación consiste en setos de lavandas, romeros y laureles, manzanos en el centro de los cuadrantes y fresnos haciendo el efecto de duplicar la columnata, sin olvidar las rosas en los bordes del camino, a quien Alfonso X el Sabio dedicó unos bellos versos.

EL JARDIN JUDIO:
Planta Jardín Judío Delicias
"Eres jardín cercado, fuente sellada. Es tu jardín un vergel de granados y frutales los más exquisitos; de alheñas y de nardos; de nardos y azafrán, de canela y cinamomo... Eres fuente que mana a borbotones, fuente de aguas vivas, que descienden del Líbano" (El Cantar de los Cantares, Canto Cuarto, 12-15)
"Llevóme otra vez a la entrada del templo y he aquí que debajo del templo brotaba agua…" (Ezequiel XLVII: 1)
Jardín Judío el Palmeral
Si bien contamos con pocos testimonios reales, ruinas, de la existencia de jardines en los tiempos bíblicos, la palabra jardín “Gan” en idioma hebreo, denota la existencia de un lugar diferenciado. Lo que ciertamente no deja lugar a duda, a través de la lectura del texto bíblico es la importancia que tenía la vida agrícola, sustento de la familia israelita, de tal manera que todo el culto está basado en los ciclos agrícolas.

Jardín Judío las Murallas
 Se desconoce exactamente cómo y de dónde se introdujo esta palabra, gan eden, Jardín del Edén; la palabra pardes indica los cuatro niveles de interpretación de las Escrituras, así P-R-D-S vendría a significar:
·        P de Peshat (simplicidad), es la interpretación literal del texto, tal como aparece en su primera lectura.
·        R de Rmez (alusión), es la interpretación alegórica, que busca, al lado del sentido literal, otro más elevado.
·        D de Dras (discurso, comentario), es la interpretación filosófica.
·        S de Sod (secreto), es la más profunda y mística, la cabalística, que procura descubrir el sentido oculto del texto revelado.
Jardín Judío la Ribera
Ya hemos comentado que la palabra pardes guarda estrechas similitudes con la persa paradeiza.
El Jardín Judío recibe el nombre de “El Vergel de Granados” y sobre el cuadrado original se encuentra superpuesta la trama de la ciudad ideal, de la que nos habla el profeta Ezequiel en su imagen mesiánica, imagen ideal inspiradora del jardín, su vegetación, sus pavimentos, sus arenas de colores…., unido a los restos de muralla, restos auténticos antiguos, conforman un precioso decorado de este jardín. Estos restos con de piedra traída desde Jerusalén, especialmente  donada para este proyecto. La piedra tiene un especial significado para el pueblo judío, ya que las ruinas de piedra son el único resto del templo de Jerusalén, y es lugar de convocatoria de todos los judíos del mundo.
Jardín Judío la Fuente de David
La trama ortogonal de la “ciudad” es rota por el dibujo del escudo de David en el pavimento, que contiene una fuente por la que cae el agua en forma de caracol. La “ría” así originada, regará toda la “ciudad”, desplazará sus murallas, y formará un estanque, respetando la situación de los olivos que quedan como isletas en medio de la ría.
Jardín Judío la Ría
Las especies plantadas están todas extraídas de la Biblia, aunque en algunos se ha reemplazado por especies homólogas, ya que los originales no se dan en el clima de Madrid. Son granados y cipreses, setos de mirto, plantas de ribera, cinamomo, almendros, higuera y otras más.
Agradezco al fotógrafo Antonio Sanz por sus fotos:
  • Planta Vergel de los Granados Israelita
  • Planta Estancia Delicias Árabe
  • Jardín Judío los Granados
  • Planta Claustro Cantigas Cristiano
Y a la creadora del Jardín de las Tres Culturas Myriam Silber Brodsky por la incorporación a su libro del:
  • Plano del Jardín de las Tres Culturas






RELATO CORTO PUBLICADO EN LA REVISTA DIGITAL ALASTRAMUNDOS

Autor: Antonio José Cerdán Ruimonte
Av. Cantabria 40 4º B 28042 Madrid


“TURAYYA”


Corre el año 1480, reina en Granada el emir nazarí Abu’l-Hassan Alí, mientras que allende la frontera, reina en Castilla la hermana del fallecido Enrique IV Trastámara, Isabel la católica.

Es primavera, estación mágica en la exuberante vega granadina. Son las doce horas de la mañana y en el bello patio de los Arrayanes, en el espléndido Palacio de la Alhambra, existe una recoleto estanque rodeado de fuentes cantarinas, desde cuyos chorros se proyectan en todas las direcciones enjambres de gotas argentinas que impregnan a todo el jardín circundante de un frescor inenarrable, sólo percibido por los sentidos y que dejan una agradable sensación de humedad.

En la intimidad que ofrece ese quedo lugar, se hallan dos hermosas mujeres. La mayor, tomando su diario baño matutino; la menor, descansando delicadamente en el borde de mármol del estanque, mirando distraída las evoluciones de la mayor en la límpida agua perfumada por unos delicados nenúfares.


Pendón de Castilla de Felipe el Hermoso 1498

La joven, la princesa nazarí Hayne, sobrina del emir Abu’l-Hassan Alí, recrea en su memoria la interesante historia de amor de la mayor, su tía Turayya, llamada también despectivamente “la rumiyya”. Sí, a su querida y amada tía Turayya le han puesto tal sobrenombre con desprecio los familiares y valedores de la primera mujer del emir nazarí, uno de los sultanes granadinos más guerreros, por haber sido cristiana antes que musulmana.

Hayne mira embelesada a su tía Turayya, pero por su cabeza sigue rondando la historia de la vida de la cautiva Isabel de Solís, hija del noble castellano Sancho Jiménez de Solís, y de la que se enamoró su captor. Fue tan grande el amor que le profesó el gran emir Abu’l-Hassan a su bella cautiva cristiana, que Isabel de Solís no tuvo otra opción que corresponderle profesando la fe islámica y tomando el nombre que eligió para ella su amante sultán: Turayya.


Patio de Arrayanes Alhambra Granada, foto de John Elk III

De este gran amor y pasión que se profesaron el nazarí y la castellana, Turayya le dio dos vástagos, Saad y Nasr. Desde entonces Abu’l-Hassan repudió a la primera mujer, Aisha “la Horra”, la Fátima de las crónicas castellanas, que le había dado sus dos hijos mayores, a los que también repudió, Boabdil, que más tarde sería llamado el rey chico, y Yusuf, a quienes recluyó en la Torre Comares, la impresionante ciudadela cuadrada al noroeste del Palacio de la Alhambra, frente al Generalife granadino.

Turayya sale de su baño con ademanes delicados y se da cuenta de que su sobrina predilecta, a quien ella llama “su niña”, tiene el pensamiento a una gran distancia de allí.

-       ¡Mi tierna niña! ¿Por quien penáis?
-       ¡Hay de mí, querida tía! Mi pequeño corazón ama a un guapo caballero rumí. Hayne se abrazó sollozante al húmedo, pero cálido, cuerpo de Turayya, su tía la sultana.
-       ¿A un guerrero rumí decís, mi tierna niña? ¡Pronto, contádmelo todo!
-       ¡En el otoño pasado, acompañando a una partida de jinetes nazaríes -yo andaba en secreto y como un guerrero más- que iban a realizar una algarada allende la frontera, nos descubrió una numerosa patrulla del Adelantado mayor de la fortaleza de Alcalá la Real! En un momento de la trifulca me encontré cara a cara con aquél caballero rumí. ¡Ay!
-       ¡Ese suspiro me ha llegado al alma, querida Hayne!
-       ¡Adorada tía, aquel caballero iba destocado y a cara descubierta! ¡Su melena al aire, el gesto sereno y el porte como el de mi señor el sultán! De dos mandobles con su espada me desmontó y caí de espaldas y de esa guisa quedé totalmente aturdida….., por como se clavaron aquellos varoniles ojos en los míos, cuando descubrió que no era él sino ella. A continuación…...me desmayé!
-       ¡Mi delicada niña, eso es el amor, cuando llega lo hace sin pedir la venia! Decidme ¿habéis vuelto a ver a vuestro amado rumí?
-       ¡Para mi desgracia lo vi una sola vez, oculta entre el séquito del Alfaqueque y Secretario personal de vuestro esposo, mi tío el sultán, en la negociación de la última tregua! ¡Qué guapo y apuesto se encontraba luciendo sus propios colores nobiliarios a cuadros sable y oro –negro y amarillo-¡ Yo estaba con la cara cubierta. ¡Mi corazón quería partir hacia donde se encontraba el objeto de mi amor y colmarle de caricias, besos, palabras tiernas y apasionadas, y…., declararme suya!
-       ¡Mi tierna niña, nada es imposible! ¿Acaso os habéis olvidado de mi propia historia?
-       ¡Ah! Adorada tía. ¡Mi amor por don Diego, al que sus huestes llaman “el Bravo”, es tan inmenso como el desierto!
-       ¡Pues sólo voy a daros un consejo, querida niña! ¿Acaso pueden ponerse puertas al desierto? ¡Id y amadle con la pasión que ponemos las mujeres nazaríes!

Dicho esto, Turayya besó delicadamente la aterciopelada frente de su querida sobrina Hayne, su niña, cuyas mejillas se arrebolaron irremediablemente.



FIN

ANECDOTAS DE LA HISTORIA REAL DEL REYNO NAZARÍ EN GRANADA:

Jardín Arrayanes Alhambra Granada, foto de Rutas y Rincones
Cuentan una anécdota sobre las excentricidades que el emir Abu’l-Hassan Ali, que ahondó aún más las diferencias de este príncipe guerrero con sus ya tradicionales enemigos los valerosos abencerrajes: una preciosa mañana el emir reunió a su séquito en el patio de los Arrayanes, llamado así por la cantidad de mirtos, arrayanes, de hojas verdes y flores blancas muy olorosas, plantados a ambos lados del estanque, en el Palacio de la Alhambra, para que asistieran al baño matutino de su querida nueva esposa Turayya, la rumiyya, Doña Isabel de Solís cuando era cristiana.


Una vez acabado el baño, el emir invitó a cada uno de los presentes a beber un tazón pequeño del agua de la que acababa de salir su querida Turayya y todos quedaron extasiados del maravilloso gusto que había adquirido el líquido. Todos no, solo el visir Abu’l-Kasem Venegas, del linaje abencerraje de los Bannigas, permaneció inmutable en su sitio.


-       Mi gran visir. ¡Cómo osáis rechazar probar este maravilloso líquido impregnado del aroma de mi amada Turayya? Inquirió molesto el emir.


-       ¡Príncipe de los Creyentes, temo que al probar la salsa me apetezca probar la perdiz! Contestó el ingenioso abencerraje.

Astuto este gran visir de Abu’l Hassan Ali, llamado Abul’l-Kasem Venegas, del linaje abencerraje de los Bannigas.

Gracias por vuestra atención amigos.